sábado, 13 de marzo de 2010
Para: mimama@elcielo.com
Tu fiel esposo, se decidió por el velorio mas largo posible en horas, quizá aferrándose a ti y tratando de que tu estadía en al tierra se prolongara de cualquier forma, yo no estaba de acuerdo, pero no me atreví a manifestarlo.
Tenías pocas flores porque tu misma te habías encargado de aclarar que no las querías y aquellos que te conocían y te habían visitado durante tus últimos días de lucidez, habían respetado tus deseos. Sin embargo, los que te contradijeron lo hicieron a lo grande... enviando caras coronas de tamaños y colores importantes… no quedó mas remedio que recibir esas coronas, de todas formas hicimos lo posible para que se pusieran lejos del ataúd.
Aquella noche no dormimos… mis amigas de la vida, fieles como pocas, nos acompañaron hora tras hora, un gesto imposible de olvidar. Claudia, a quien tanto tú querías una vez que estuvimos solas con la gente de confianza, sacó de su bolso un lápiz de labio con el que le dio un tenue color a tu cara y a tus mejillas… convencida de que vos no querrías verte tan pálida como te veías.
Fue un velorio maratónico, durante tus últimas horas en la tierra se conglomeró tanta gente que la funeraria se vio desbordada. A falta de flores, habías recibido cientos de telegramas e incluso cartas que escribieron tus amigas “las chicas, chicas”…. Decidí ensobrar todo eso y ponerlo en el ataúd para que lo llevaras contigo… devota lectora como te sabía, estaba convencida de que si existía una mínima posibilidad, te iba a gustar mucho leerlo en tu nueva vida….
La agónica Caravana al cementerio, como no podía ser de otra manera, también fue larga y lenta desde Maldonado hasta San Carlos…ahí te esperaba mas gente… los Carolinos que no habían ido hasta Maldonado y que eran muchos… demasiados… también se acercaron a darte su último adiós.
Casi a las 6 de la tarde, más de 24 horas después de tu deceso, te dejamos ahí, en compañía de tus padres y de tu hija… A mí, me habrás visto entera, poniéndole al momento, la fortaleza que heredé de ti y que sabía tu esperabas de mi. Papá, estaba desvastado, imposible de consolar, imposible de parar su llanto… prácticamente, lo tuve que arrancar del nicho para llevarlo de vuelta a nuestra vieja casa.
Te confieso que por aquellas horas, no hacia mas que preguntarme que iba a ser de papá sin ti. El lo había dejado todo para cuidarte… su horas trascurrían a tu lado, viendo cada día como se deterioraba tu cuerpo y tu mente brillante y ahora quedaría solo y yo en Montevideo… pero la verdad es que la situación que tanto me preocupaba se resolvió por si sola sin mayores sobresaltos, pues él se sobrepuso mas rápido de lo que esperaba y confiado en que había hecho lo posible y lo imposible por ti, pudo seguir viviendo lleno de paz en su alma.
Yo, sin embargo tuve que hacer terapia para aceptar mi vida sin ti. Acostumbrada a tu presencia constante y abrumadora, acostumbrada a tu ayuda y a que tu tomaras decisiones que me correspondían, no era fácil ahora madurar de golpe y convertirme en la mujer que hacia rato debí haber empezado a ser.
Fuiste una mujer castigada… tuviste que aceptar quedarte sin padre prematuramente… con tan solo 22 años de edad… Tu primer cáncer de mama lo encaraste a tus jóvenes 30 años… en ese momento pusiste tu vida y la posibilidad de criar a tus hijas en primer lugar y no dudaste en resignar la estética femenina, permitiendo que te sacaran un seno por completo… pero extirpando el tumor que se hubiese llevado tu vida.
Sin duda nunca pudiste superar la muerte de tu hija Virginia… una muerte contra-natura, porque los hijos no mueren antes que los padres. Estoy segura que no pudiste perdonar ese hecho… y que si te fue posible le habrás pedido explicación a Dios en el cielo de eso…. Una de las cosas que tengo mas marcadas, fue aquella sobremesa a solas en la que me contaste lo difícil que era dejar a un hijo en un nicho de cementerio…. Otras de las cosas que siempre recuerdo… es el escucharte decir a todos quienes te preguntaban que tu tenias dos hijas… una en el cielo y otra en la tierra, dejando a tu interlocutor incapaz de pronunciar ninguna otra palabra.
Eras una mujer dura… infranqueable, avasallante, inteligente… pero infinitamente triste…tristeza que se acentuó cuando la vida de tu adorada madre llegó a su fin. Seguramente esa angustia constante fue la que te provocó el cáncer en tu segunda mama, después el de ovarios, después el de intestino… y finalmente el del hígado…el que te llevó.
Los Doctores decían que un cancer no tenia nada que ver con el otro anterior… todas las operaciones fueron exitosas, cada una te regaló años de vida… quiero que sepas que no fue fácil para mí acompañarte aquellos sábados a tus secciones de quimioterapia sé que tenía edad suficiente para hacerlo… pero todavía recuerdo con escalofrío aquel lugar… tu sentada, pinchada durante horas viendo como pasaba aquel liquido yo tomándote la mano libre, también sentada al otro lado de la camilla, mientras conversábamos con aquel hombre que tenía las secciones contigo y que un día para gran tristeza de ambas… dejamos de ver.-
Yo que había leído mucho al respecto estaba convencida de que la angustia te enfermaba que el no poder perdonar te atormentaba… sigo convencida hasta el día de hoy que esa fue la verdadera causa de tu muerte.
Cuando el cáncer se instaló en el hígado, ya no se pudo solucionar con extirparte total o parcialmente el órgano como se había hecho en otras oportunidades.
La vida me dio la posibilidad de mandar toda tu historia clínica y sendos exámenes al Memorial Sloan Catering Cancer Center de Manhattan. Hubo que desembolsar mucho dinero para obtener una respuesta, pero afortunadamente, eso no significo un problema… tu, desde luego no estabas enterada… la respuesta del afamado Centro Médico norteamericano nos resulto insatisfactoria por completo… no había mucho por hacer… para mi sorpresa, nos informaron que Uruguay es uno de los países mas avanzados en el tratamiento de cáncer de hígado y que el país contaba con todas las herramientas posibles para la lucha contra el mismo… que las circunstancias no eran favorables e incluso descartaban la viabilidad de un transplante. No fue dinero mal gastado como seguramente estas creyendo…aquel intento nos permite hoy vivir con la tranquilidad de haber agotado todas las posibilidades. Así fue que no nos quedó mas que aceptar le pronóstico médico de dos meses de sobrevida que terminaron siendo poco mas de cuatro… aunque pienso que tu vida terminó cuando ya no pudiste leer ni usar tu consabida inteligencia.
Algo para que tengas en cuenta, que seguramente te resultará significativo… tu pasaje a cielo tuvo lugar un 19 de noviembre… significativo para nosotros que sabemos que el de Virginia fue un 17 de noviembre y que ambas nacieron un 14 de julio…sé que este dato te hará reflexionar curiosa a cerca del misterioso encanto de vivir y morir.
Hace algunas navidades refloté la tradición del mantel rojo... armé una mesa navideña, como aquellas que tu solías armar y me permití recordarte en tus contados momentos de alegría… incluso le comenté a Valentina que así armaba las mesas navideñas su Abu Perla y la incité a aprender… cosa de que la tradición perdurara…
Todo está en orden en la tierra madre… tu puedes descansar en paz.
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No tengo palabras. Ante algo que sale del alma, no hay comentarios.
ResponderEliminarSolo me gustaría darte un abrazo en estos momentos.
Sanador, amiga. Sin dudas sanador. Me alegro muchísimo que lo hayas sacado.
Te quiero enormemente.
Amiga...sabés que entiendo y siento cada palabra que dejaste salir desde tu alma, mamá...mi mamá se enfermó de los mismo que la tuya...el cáncer vino después...te dejo un abrazo....infinito. Te quiero amiga!
ResponderEliminarVeamos...como te escribí en FB te felicito por tu espontaneidad y claridad de pensamiento, la elaboración de esta historia que te debió remover sin duda tantos recuerdos, está tan bien plasmado que a mi me provoca hermosas imágenes de tu mamá, su vitalidad a través de su sonrisa, la fuerza de su presencia en todo momento, una majestuosa y a la vez cálida forma de ser, conmigo fue muy cariñosa...
ResponderEliminarDebe estar más que orgullosa desde el cielo viendo lo que sembró con tanto amor (tú y descendientes etc) y me alegro de corazón que trasmitas lo de las tradiciones, es esa continuidad que hace que todo tenga sentido, un gran abrazo
Diana
Querida Ana,
ResponderEliminarSabés de mi amor infinito e incondicional hacia Perla y el sitial de importancia que ocupó siempre en mi vida y la de toda mi familia.
A mí me cuesta llorar y me cuesta demostrar, dos hechos que no son una novedad para ti... pero ahora no puedo escribir más porque las lágrimas no me lo permiten. ¡Eso sí, aunque te parezca contradictorio, algunas de estas lágrimas son de felicidad al leer lo que has sido capaz de escribir! Coincido con que "hay que sacarlo todo afuera, como la primavera, para que adentro nazcan cosas nuevas..." (aunque yo no he podido todavía), abz, bsm
Gracias a todas por cada palabra... no puedo decir mucho mas.
ResponderEliminarBesos.