jueves, 2 de junio de 2011

Tiempo de armarse...




Cuenta un cuento que hubo un caballero, que de tanto usar su armadura, llegó a oxidarla…. cuenta ese  cuento que cuando quiso, ya no pudo sacársela… y cuenta el mismo cuento que un buen día aprendió a usarla solo cuando la necesitaba…
Cuenta otro cuento  que hubo una niña, que diseñó una armadura tan perfecta, que resultaba invisible a los ojos humanos y que vestida con ella fue creciendo, sin que nadie lo notara… cuenta ese cuento que  siendo ya mujer, la niña se vio en su espejo interior y la armadura fue desquebrajándose lentamente ante sus ojos,  dejándola desnuda de defensas urbanas.
Y los ojos humanos, notaron la diferencia,  porque con la armadura se fue la luz artificial sin dejar luz natural, se fue la fuerza exterior sin dejar fuerza interior…  pero nadie entendía que había sucedido y muchos  la extrañaban y lloraban su ausencia… 
Mientras la armadura ya recuperada la seguía a cada instante,  a cada momento, tratando de volver a vestirla, ella corría desesperada, buscando llegar al centro del laberinto de la vida, sin ese disfraz, siendo auténtica… pero, cuanto más intentaba huir, mas se cansaba y la armadura cada día estaba más de cerca de alcanzarla…
Cuenta el cuento que una noche, ya rendida y agotada, casi sin quererlo y como guiada, dejó de correr....  se detuvo, miró dulce pero firme a la armadura y en  solemne silencio, llegaron a un acuerdo íntimo y secreto, poniendo reglas para aquello que entendieron, sería una eterna convivencia.


5 comentarios:

  1. Las armaduras son algo jodido. Y está muy bien que hayan llegado a tal acuerdo. Que a veces no nos dejan ser felices, nos protegen en exceso. Que a veces están en el momento justo en el lugar adecuado...

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  2. Pienso que la solución pasa por dominarla, por usarla a nuestro antojo (pero con respeto, sino... se enoja). Besos Darío... tan bueno comentando como escribiendo.

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  3. Estoy leyendo un libro donde la escritora explica que en un momento de su vida, cuando comenzó a transitar en su búsqueda interior, se le hacía muy difícil habitar el mundo exterior tal como lo conocía hasta ese momento y a su vez vivir toda esa transformación que le ocurría. Ella sentía que o era una cosa o era la otra. Hasta que un día, lo comprendió. Y creo que de eso se trata. Del equilibrio. Uno no deja de ser lo que es, lo que ha aprehendido, lo que nos ha transformado. Pero sí, para salir al mundo a veces hay que salir armado. Y no es ser falso ni hipócrita con uno mismo. Seguimos siendo nosotros mismos, con la conciencia de ponernos la armadura, como decís vos, cuando queramos. Me alegra mucho que lo estés logrando.
    Te quiero!

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  4. Exacto, precisamente eso que describe la autora es lo que me está pasando.... he transitado por un tiempo como por un mundo paralelo... YA ESTA... beso grande Ami, TQM

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