La mano enroscada en las puntas del pelo,
el pelo enredado en su dedo,
su dedo bajando por la espalda en el medio,
la espalda erizada y el deseo naciendo.
El deseo explotando buscando el sosiego,
el sosiego entrando por la húmeda puerta,
la puerta abriendo lenta y recibiéndolo.
Puerta, sosiego, deseo, espalda, su dedo, el pelo,
derramados en el orgasmo humillado, despertando del sueño.
Tenebroso amanecer reconociendo que no hubo sosiego…
ni siquiera deseo…