En la calle ni el viento se animaba a soplar. Cada casa sería un mundo, la mía era un mundo en sí misma.
Nos levantamos temprano para sábado y en un cuasi silencio cada uno hizo suya alguna tarea que lo ayudara a matar el tiempo… esperando que llegara la hora.
Apronté el mate que simula calma… descolgué la bandera que descansa en la ventana entre partido y partido pero que mientras juega Uruguay está en manos de Sebastián… De a poco nos fuimos organizando. Familia y amigos que ya estaban y otros que fueron llegando, cábalas, (las que pudimos mantener)… nervios, ansiedad, emoción… mucha expectativa.
Todos de pie a la hora del himno… (menos mi marido y no precisamente por cábala y mucho menos por irrespetuoso)…. inevitable la lágrima a punto de caer al son del SABREMOS CUMPLIR, SABREMOS CUMPLIR que todos entonamos con fuerza, como queriendo que el canto llegara hasta Sudáfrica, hasta el corazón mismo de cada jugador…
Y después… el alma puesta en cada jugada… los dedos cruzados en cada llegada peligrosa al arco de Muslera, los gritos de gol, con abrazos y besos de uno para todos, de todos para uno, bandera y camisetas incluidas... también hubo desazón, somos Uruguay… no solo sabemos cumplir, también sabemos sufrir y ahí estuvo el inevitable rato de sufrimiento…
Increíble pero cierto, el partido terminó y pasamos a cuartos después de 20 años y enloqueció el país entero…acá, en Sudáfrica y en cada rincón del mundo se pudo sentir un URUGUAY NOMA!!!! … y no fuimos chicos, ni pocos, ni pobres, ni grises… fuimos el sentimiento, las ganas, la rebeldía, la revelación, la ilusión renovada… celestes y blancos.
Todos a la calle del país, do jamás se pone el sol… bandera y camisetas incluidas.
Festejen celestes … festejen!!